lunes, 16 de enero de 2012

Palabras

Yo sólo tengo mis letras, qué quieres que te diga. Así, para empezar, no parece gran cosa. De hecho no lo es. No lo son. Pero es lo único que puedo darte en este momento. Con las palabras se pueden hacer muchas cosas, aunque no lo creas. Pueden hacerte volar, fíjate si es algo serio esto de las letras. Gustoso cambiaría mi forma de ser, este texto, y todos los textos que me quedan por escribir, por acariciarte en este preciso instante, pero eso no es posible. Ante tal desagradable pero irrebatible certeza, no puedo aferrarme sino a mí mismo para no caer. Ni en la desesperación, ni en la abulia. Eres demasiado importante para que eso pase. Y aquí me tienes. Escribiéndote. Otra vez. Es lo único que sé hacer. Es lo único que puedo hacer.

Te quiero.

Dicho así no suena de ninguna manera, es cierto. Te lo he dicho tantas veces que pienso que algún día se gastarán esas dos palabras, y la RAE tendrá que cambiarlas por otras. Y nosotros tendremos la culpa, obviamente. Asumo con gusto dicha carga. ¿Tú no? No lo sabes pero me estoy abriendo en canal mientras escribo todos estos parlamentos sin sentido. Estoy dejando lo mejor de mí aquí dentro. Quiero hacerlo, nadie me obliga. Siento que este es el momento en el que más cerca de ti me encuentro. No puedo verte. Tampoco puedo sentir el tacto tibio de tu cuerpo sobre el mío, susurrándome vida. Sólo así puedo transformar mi amor por ti en algo tangible, que no sea etéreo ni virtual. Ni lejano. A la vez que estas letras van saliendo de mis dedos, del teclado de esta vieja cacharra inútil sin la cual, agradable paradoja, no podría vivir pues de ella depende en gran medida mi contacto contigo y por ende, mi felicidad, tú las puedes ir leyendo. ¿No es maravilloso? Parece cosa de magia, brujería. Tú me has hechizado, hasta el punto de creer que una palabra puede salir disparada desde esta pantalla, atravesar tres dimensiones y llegar hasta tus labios. Y rozarlos. Pero puede. No estoy loco. Ahora mismo te estoy besando.

Te amo.

No podemos controlar las fuerzas que, más poderosas que nosotros, se alzan entre nuestros ojos. El dinero, ¿qué es el dinero? Desprecio el dinero y todas sus formas, mas, él es quien dictamina cuándo y cómo tengo que verte. No es justo, pero no busques justicia en este orden caótico del Universo. Nada es justo. Pues si hubiera algo digno de llamarse como tal, yo no tendría que insuflarles a estas palabras el aliento de mi deseo, ni tú habrías de esperar a que los dioses que habitan ese cielo sin Dios decidieran llevarte mi mensaje a través del tiempo y la distancia. Por eso no hay justicia. Por eso cada palabra, cada letra y cada párrafo que te escribo, va untado en mis lágrimas. Esto que estás leyendo es real y yo estoy aquí contigo, aunque no me veas. En el engarce de cada frase, en lo que conecta cada oración, estoy yo, y está el aguasal que se derrama de mis ojos impregnando la pantalla. Pues ni papel tenemos ya, desgraciados de nosotros. Ni papel en el que dejar mi huella en forma de perfume.

Pero sé que ahora estás mirando este pobre intento de presentarme en tu presencia en forma de letras. Y veo tu sonrisa.


Yo no soy más que palabras, y éstas son mi único patrimonio. Puedo jurarte ante mi sangre, aquí y ahora, que estas letras llegan del mismo cielo negro y nublado hasta mis dedos fríos, congelados, para inyectarles vida. Como si mi cabeza fuera una nube cargada de amor hacia ti, princesa de mi vida, esa nube descarga poderosos rayos hasta mis manos, calentándolas con su energía, y las palabras brotan como electricidad, desparramándose por este folio en blanco. No tengas miedo, por que estoy contigo. Mira a tu alrededor. ¿No me sientes? ¿no me hueles? Estoy ahí. Sólo tengo palabras, pero ni siquiera ellas pueden hoy figurarte lo que siento cada vez que esbozas tu sonrisa de ángel victorioso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario